Manicomio
Me parece que este artículo de Rafael Osío Cabrices (Recogido de la revista Todo en Domingo que circula dentro del diario “El Nacional” los domingos en su columna “la vida sigue”) no tiene desperdicio. Es absoluta la radiografía que hace de nuestro diario proceder…
Un montón de peatones esperamos a que cambie el primer semáforo de la principal de Las Mercedes, aquí en Caracas, el que está junto al CVA. Cuando finalmente lo hace y podemos pasar, lo hace también un joven en un rústico, un tipo que va solo y parece tener como 25 años. Milagrosamente no le pega a nadie, pero un mecánico de braga azul le reclama. El muchacho detiene el carro y lo insulta a manotazos. Otros peatones le reclaman también. El conductor reacciona con más insultos y amenazas, él solo frente a la gente de a pie que con toda razón le hacía ver que los había puesto en peligro al burlarse de su derecho a pasar.
Una señora entra en el Metro, en el sentido Palo Verde-Propatria, en hora pico. Todos los asientos están ocupados. Ella se aferra a un tubo enfrente de una mujer más joven, con un bebé, y un chamo de ocho años. La señora empieza a quejarse que el chamo no le da el asiento. Empieza a alzar la voz y a reclamarle a la madre del bebé, que no es madre del niño que está sentado al lado ni anda con él. La madre del bebé le responde que espere un poco, que en dos estaciones ella se bajará y le dará su asiento. La señora reacciona con más agresividad. Algunos otros pasajeros le piden que se calme. La señora arrecia en las injurias. Finalmente, cuando la mujer joven el deja el asiento, la señora se despide con el peor insulto de todos.
Al frente de una arepera cercana al centro San Ignacio, en la Castellana, una de las zonas más prósperas del país, un hombre retrocede en su camioneta de cien millones. Casi golpea a tres personas que, sin poder adivinar que él iba a retroceder, pasaban por detrás. Son dos mujeres y un hombre, quien sin alzar la voz, sin ningún tipo de agresión verbal, avisa al conductor que ellos están pasando.
Siguen adelante por la acera, conversando. El hombre de la camioneta logra salir y meterse en la cola. Cuando alcanza a los tres peatones que casi atropella, para el carro en medio de la vía y baja para darle una paliza al hombre que le había hecho el reclamo. Era una ira sin palabras, una agresividad física anterior a la invención del lenguaje. Los tres peatones tuvieron que correr entre los carros y escapar para salvarse. El hombre volvió a su camioneta y arrancó ruidosamente.
Es una sociedad enferma. No hay normas, o si las hay nadie espera obedecerlas. Todos desconfían de todos; Todos piensan que la mejor defensa es el ataque. En esas condiciones, lo sorprendente es que haya colas en las que nadie se colee. El gobierno actúa en ciertos ámbitos como un ejército enemigo de ocupación, las distintas oposiciones parecen dispuestas a cualquier cosa con tal de obtener miserables porciones de poder, y ante el espectáculo de esas luchas sin valores y sin principios los ciudadanos quedamos solos, náufragos en nuestra propia tierra.
Sin instituciones, sin mecanismos de mediación, sin nadie que ejerza la autoridad en lugar de poder y en un clima de impunidad casi absoluta, cada uno de nosotros se convierte en un arma y deja, poco a poco, de ser una persona. Nos estamos volviendo locos. Como si viéramos Alguien voló sobre el nido del Cuco, aquel filme en el que Jack Nicholson trata de escapar de un manicomio, y el televisor nos absorbiera. Me perdonarán que traiga un tema tan desagradable a la mañana de un domingo. Pero es urgente que pensemos sobre esto.
Nota de Rubén: ¿Increíble radiografía verdad? ¿Qué incidencia tiene sobre estas aptitudes un lenguaje permanente de agresión, división, guerra, enemigo, milicia, invasión, defensa?
Salu2
2 comentarios
Jordan Spizikes -
notme -
La frase que uso mucho de ella es:
paren el mundo que me quiero bajar!!!!!!!!
jejejejeje