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Rubenvirtual... Bitácoras del pensamiento

No

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Que cosa tan lamentable. Una vez mas la anormalidad de vida que llevamos los venezolanos, nos lleva a un nuevo proceso cargado de tensiones.  Es inaudito que a poco más de un año de haber expresado nuestra negativa a eternizar en el poder al “Presidente” haciendo extensiva tal negación a otras propuestas que nos convertirían en una nación “obligada” jurídicamente a un sistema de vida sociopolítico totalmente ajeno a nuestras creencias y convicciones, una vez mas, formemos parte de esta farsa electorera y nos tranquemos mentalmente en una discusión absurda, en una decisión mofa, boba y ridícula: Ratificar esa negación o ceder a la imposición de un sí.

Triste es, que en cada proceso electivo nos digamos “Que nos jugamos al país” como ocurrió en la pasada elección de gobernadores, alcaldes y demás cargos regionales. ¿Por qué nos lo jugamos como si no hubiera mañana?  Sencillamente porque nuestra vida diaria desde hace diez años es anómala, enfermiza y degradante. Para un optimista de oficio es que “Estamos permanentemente movilizados”  ¿Y qué conseguimos? Formar parte de una danza imbécil en donde detenemos nuestra cotidianidad, nuestra productividad e ingenio, tan necesarios para evolucionar a nuestro país sin necesidad de cambios traumáticos.  Volvemos a un proceso con plena desconfianza desde aquel malogrado “referendo revocatorio” en donde se birlaron de nuestra voluntad, y lo haremos en medio de un clima de violencia, irregularidad, tensión, presión, chantaje y soborno. Somos pues, los “enemigos execrables” opuestos a la “gesta patriótica” de un líder con un ejercito amalgamado de ignorancia, conciencias débiles y compradas, frustraciones y principalmente ideologizado con la savia de quién sabe como comunicar con las masas para llevarnos por un camino lleno de espinas pero en donde se les convence que no existe dolor ni perjuicio sino que todo es por una causa justa: La Patria como fin a fuerza de medios de cualquier calaña.

En estas últimas semanas hemos visto un poco de lo que ha sido esta vida anómala en diez años: Atentados contra templos religiosos que siempre habían vivido en paz, intimidaciones y serias amenazas a la integridad de personeros opositores, degradación del estudiantado “adverso” de manera activa y pasiva, ataques al derecho de pregonar el credo o la posición política que nos plazca y todo mediante brazos “activos” de organizaciones violentas que tienen nombres y locaciones específicas con actuaciones nada novedosas de intimidación.

Quienes se empeñan en justificar la aprobación, se hacen los oídos sordos antes evidencias gigantescas. Que estamos divididos en dos mitades, que no existe separación de poderes, que se nos trata como peones de una hacienda, que la “Lista Tascón” sigue siendo utilizada con fragancia, que la inseguridad personal se ha multiplicado de manera aterradora, que se pudren en las cárceles los presos políticos que “osaron” alguna vez oponerse. Que la oposición no es una alternativa ni un derecho a disentir, sino una escoria enemiga a la que hay que eliminar.

¿Lo último de lo último? El deslindarse a última hora de los “ejecutores de la violencia” fungir como el mesías de la equidad y la ponderación, simular traicionar –o de hecho hacerlo si fuese necesario- el compromiso para llenar el ambiente de esa sensación de autoridad y control que siempre está ausente, al menos para quienes estamos “del otro lado” de las simpatías mayoritarias a las que aspira el “Mandamás”

Tristemente, los “Números” en la calle, hablan de una decisión minúscula en pos de un bando u otro. Existe demasiado dinero en sus organizaciones cooperativas o comunales, existe un estado que es un empleador gigante, presionando y amenazando, existen millares de seres movilizados por un líder que les da el opio de la identidad y la razón de una vida que antes era anónima.  Solo puedo decir, que incluso en el caso de conseguir el objetivo en legitimar la eternidad del “supremo” y permitirle acelerar el destrozo del país como lo conocemos para dar paso a un estado de incertidumbre interminable, nada estará nunca decidido.  Por otra parte, si fuese el caso de que lográramos imponer una vez nuestra voz de resistencia y determinación, la insistencia seguirá, mermando la moral, minando la paciencia, usando todo recurso posible para obtener el objetivo. A fin de cuentas, somos –en teoría- la mitad “débil” .De este lado estamos los pendejos que usamos líneas, marchas, libros y razones en contra de bombas, perdigones, balas, groserías, amenazas e imposición de una logia interminable de poder.

En términos prácticos ¿Porqué no? Porque podemos conseguir una vida normal que incluya y programe una verdadera democracia  con énfasis social, sin tener que volvernos animales rabiosos con colmillos lacerantes para enfrentarnos. Porque nuestros problemas deben resolverse sin chantaje ni sobornos, porque debemos garantizar la alternabilidad de quienes nos gobiernan para evitar el enquistamiento en el poder, porque un sí significa legitimar la anarquía, la mediocridad, a la obtención de migas cuando realmente tenemos derecho a un todo. Finalmente, porque una democracia real y legítima, contempla el gobernar con mano justa para todos sin crear ejércitos en donde no cabe la expresión “amigo y enemigo” pues todos convivimos en este país y los seguiremos haciendo. Es cuestión de conciencia y cultura.

Sencillamente no.

 

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