Memorias de Navidad
Estoy en casa. Es víspera de nochebuena. Lo que más quisiera ahora mismo es volverme aquel niño ansioso que desde noviembre se sentía entusiasmado por el advenimiento del mes más preciado del año. Podía percibir el cambio del sol, que las noches eran más largas, que el viento cambiaba. Que los preparativos en casa comenzaban. Definitivamente; Mis navidades fueron felices y esperadas una a una...
Por circunstancias "X" la única manera de revivirlas es mirando a mi sobrino Gianfranco si bien, los niños de hoy día parece que también lo viven distinto.
Mis navidades transcurrieron entre las decoraciones del colegio, y la sempiterna emoción que mis padres -especialmente mi madre- nos inculcaron en torno a la figura de San Nicolás. Si, el conteo regresivo para el 24 de diciembre era tan emocionante como estresante. Yo me entregaba de pleno contar cada día, cada hora. A hacer mi carta con regalos teniendo en cuenta las "Limitaciones" de esa figura vaga que venía juntos o uno a uno: Niño Jesús y Santa. El arbolito se ponía en casa con su olor a resina, a pino (Porque generalmente era natural) y uno llegaba del colegio, lo veía, lo respiraba. La TV bombardeaba de comerciales sobre los juguetes esperados. Recuerdo regales increíble como el Mercedes con cable control (Aquellos tipo ballena) color vino tinto, o un motorcito que emulaba uno real de autos hasta con llave de encendido (No se si llegó un 24 o...) infinidad de regalos como carros de toda especia que eran mi especial adoración, o bien la bicicleta. En una época donde marcas como Caloi y Benotto eran lo más preciado, la mía llegó luego de pasear varios días en la maleta del Dodge Dart de mi papa, mientras mi hermana Adriana le encontraba todas las respuestas al niño Jesús - o sea entendía que eran nuestros padres- yo prefería hacerme la vista gorda del porqué uno tenía que estar dormido cuando el llegara. Una noche, pasamos la nochebuena fuera de casa y cuando retornamos mi primo y compadre Calixto que durmió con nosotros, montó el paro de que había entrado por el balcón pues lo dejó adentro. Y uno tan inocente; Le dejaba leche, galletas, pan etc.
No valían para Adriana las excusas de cómo era que llegaba a todos lados al mismo tiempo, pero si valían para mi. Aún recuerdo a mi vecina Marisela cuyos padres españoles tenían la costumbre de darle un "regalo de navidad" incluso días antes de nochebuena, pues el "Niño Jesús eran ellos" Nada de eso me importaban.
Pasaron temporadas en que recibíamos la nochebuena en casa de mi abuelo o de Tito. Feliz. Mis primos junto a Emilio, mis primas, mi Tía Luisa. Y luego de retorno a casa. El 25 fue siempre - y es- en casa de la familia de mi papa (Mi Tía María de los Teques) y el ánimo, el reencuentro con esa gente que veíamos una, dos o cuatro veces al año como mucho (Pese a una distancia de 30 a 200kms como mucho) pero que entre fuegos artificiales, regalos y demás nos cumplimentaban una jornada agradable.
El frío decembrino, las decoraciones de la ciudad. Los tradicionales árboles en edificios, centros comerciales. De esto; Todo se mantiene e incluso de cuando en cuando alguien nos sorprende entre tanta anarquía y tercermundismo con cosas como los adornos imitando un extraño río de animales nada asociados con la navidad hoy día sobre el Guaire (Ver foto) de dudoso gusto, pero colorido al fin.
Cuando uno fue creciendo, la navidad tomó distintos matices. Recuerdo mi época en McDonalds cuando uno se despedía de sus compañeros y paseaba por las distintas casas de algunos de ellos en todo Diciembre. Cuando viajábamos a casa de mi Tía en Turmero a recibir o la nochebuena o el año nuevo. De algunos años para acá, mis padres no se mueven ninguna de ambas noches y entonces la turnamos con la familia de mi esposa y la mía. Un 24 con ella, el otro con la mía. Igual el 31. Siempre hemos estado juntos salvo el pasado 31 de Diciembre cuando cedí en que mi esposa acompañase a su familia por la muerte de su tía.
También recuerdo los paseos interminables por el centro de Caracas en días previos con el gentío, mi mama molesta porque a la vez yo estaba hastiado de caminar y caminar comprando cosas a los demás. Y vaya que dejaba saber mi disgusto ¿En estos días? Sentí esa misma sensación, idéntica... Caminando entre una marabunta de gente, entre sudores, gritos, mercancía de contrabando, aceras y calles mezcladas. Bueno... A fin de cuentas como que siempre fue así.
No se cual fue mi mejor navidad, no tengo un elemento para descifrarla. Siempre me ha gustado diciembre. Desde el clima, las luces nostálgicas de árboles de navidad y nacimientos, los regalos, el cambio en el gesto de la gente como cediendo a tanto problema. La TV mostrando como la nieve cambia totalmente un panorama en cielos remotos. Las infaltables gaitas. Con la llegada de mi esposa entonces es el amor, la compañía, el adaptarse a nuevas formas de ver las cosas quizá no tan distintas al fin. Pasó hace rato la ilusión del niño Jesús, cada diciembre hace menos frío, la familia se reúne con ausencia físicas y espirituales. Cosa curiosa, ateos confesos y mucha gente que no sabe exactamente que es lo que celebra se siente mejor en estos días.
Esperanza al fin. Feliz navidad para todos. Retomo mi blog tal como quiero en Enero, hablando menos de mí y más de lo que veo afuera.
Con un hijo, posiblemente vuelva a vivir navidades distintas y parecidas al tiempo.
Rubén
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