Orinoterapia
En la llegada al lugar donde vivo –Por no mucho tiempo más- me da el característico hedor del orine humano. Es una reacción instintiva que rápidamente te lleva a la conclusión que no son los muchos gatos que defecan y orinan en las vastas áreas verdes circundantes, tampoco la infinidad de lagartijas y otras especies que caminan los alrededores. No, es la meada de un singular individuo que bien pudo ser el vigilante nocturno, un vecino que “no aguantó” a subir 10 peldaños de escalera para llegar a su casa, o sencillamente uno de los tantos niños que sin mayores preocupaciones de los padres, decidió hincarse o sacarle el pipicito y descargar su vejiga, dada la inconveniencia de entrar al hogar y correr el riesgo de no salir más porque lo obligan a tomarse la sopa de pollo.
El detalle, es que no es un hecho aislado. Antes de que algún nariz respingada me pregunte “¿Pana y donde vives tú?” con esas ínfulas de que eso no ocurre en otros lugares, debo decir que un leve seguimiento a la mirada, nos lleva a la conclusión de que vastas cantidades de venezolanos sufrimos de incontinencia urinaria o tenemos problemas renales, o hasta somos diabéticos (Entendiendo que el diabético es propenso a “Orinar mucho”) y que justificadamente, no da tiempo de llegar a baños “aseados” y por ende uno descarga donde sea. Total… El que mira es porque le gusta.
Así… constantemente observo a decenas de hombres, orinando en cualquier lugar por el solo hecho de “tener ganas”. En cualquier hombrillo de carretera o autopista, en matorrales a la vista de todos, subiendo al Ávila, en cualquier esquina, negocio recién cerrado con la puerta Santamaría oscura o no, poste “que mas o menos no se ve”. Cualquier lugar es bueno para la correspondiente descarga. Esto; Y sin contar que muchas veces la mencionada y normal necesidad, es de defecar propiamente.
Así; Ya no es un tema de borrachos cotidianos, de indigentes que a la final no los dejan entrar a ningún lado para el uso del baño, tampoco de incontinencias. Si bien es cierto que tenemos enormes carencias de servicios higiénicos públicos en muchos lugares, no lo es menos que asumimos el hecho como una muestra de rebeldía, de banalización y costumbre de un acto cualquiera. Es el camino, para próximamente hacer normal y cotidiano que una mujer se cambie una toalla sanitaria en cualquier lado “pues es normal” y que nos hinquemos en donde nos plazca por “Nos dio la gana”. Es lo mismo que los jóvenes adolescentes que ven normal desobedecer cualquier observación de todo adulto que no sean sus padres biológicos, de que “caerse a latas” en el medio de la calle también sea algo “de lo más natural” y por allí paremos de contar.
Así que… si tiene ganas de orinar y está en una cola y pese a que saber que puede aguantar llegar a casa o que en el peor de los casos, tiene varios restaurantes de comida rápida cerca razonablemente aseados para hacerlo, no le pare… rienda a suelta a su descarga donde y como sea… Total; Más vale perder un amigo o que te miren como un ordinario que a “perder la vejiga” ¿No es así?
Salu2
1 comentario
Mariale diavagando -
Calcula cuántos veo a diario orinando tras esos árboles...